— ¿Cómo sabes que fui estafada?
— ¡Vamos, vamos! No somos niños.
— Oh, ¿puedo pensar acerca de ello?
— Sí. Respecto a tu exmigración: te recomiendo que no te traslades al planeta Olympia.
Aparte éste, no tengo ningún consejo específico que darte excepto el de emigrar. Cuando yo era joven, pensé que podía cambiar este mundo. Ahora ya no pienso así, pero por razones emocionales debo seguir luchando por ello. Pero tú eres joven y, debido a tu herencia única, tus lazos emocionales hacia este planeta y hacia esta porción de humanidad no son muy grandes. No podía mencionarte esto hasta que tú te saliste por ti misma de tus lazos sentimentales en Nueva Zelanda…
— Yo no me «salí» de ello; ¡fui pateada en medio mismo del culo!
— De acuerdo. Mientras te decides, estudia la parábola del silbato de Benjamin Franklin, luego dime (no, pregúntatelo a ti misma) si has pagado mucho o no por tu silbato. Y ya basta de esto… Dos misiones para ti: estudia el complejo corporativo Shipstone incluyendo sus interrelaciones fuera del complejo, y segundo, la próxima vez que nos veamos deseo que me digas exactamente cómo descubrir una cultura enferma. Eso es todo.
El Jefe volvió su atención a su consola, así que me puse en pie. Pero no estaba dispuesta a aceptar una despedida tan brusca, puesto que no había tenido oportunidad de hacer importantes preguntas.
— Jefe. ¿No tengo ninguna tarea específica? ¿Únicamente estudios al azar que no conducen a nada?
— Conducen a algún sitio. Sí, tienes tareas específicas. En primer lugar, estudiar.
Segundo, ser despertada en mitad de la noche (o parada en mitad de un corredor) para hacerte preguntas estúpidas.
— ¿Sólo eso?
— ¿Qué es lo que quieres? ¿Angeles y trompetas?
— Bueno… un título de trabajo, quizá. Yo era un correo. ¿Qué soy ahora? ¿Simplemente un bufón?
— Viernes, estás desarrollando una mente burocrática. ¡Un «titulo de trabajo», por supuesto! Muy bien. Eres un analista intuitivo de estado mayor, informándome únicamente a mí. Pero el título trae consigo un interdicto: se te prohíbe discutir nada más serio que un juego de cartas con ningún miembro de la sección analítica del personal.
Duerme con ellos si quieres, sé que lo has hecho, en dos ocasiones, pero limita tu conversación a lo más trivial.
— ¡Jefe, me gustaría que pasaras menos tiempo debajo de mi cama!
— Sólo el suficiente para proteger a la organización. Viernes, eres muy consciente de que la ausencia aquí de Ojos y Oídos significa simplemente que están ocultos. Puedes estar segura de que no siento la menor vergüenza por nada con tal de proteger a la organización.
— No tienes la menor vergüenza, y punto. Jefe, respóndeme a otra pregunta. ¿Qué es lo que hay detrás del Jueves Rojo? La tercera oleada ha sido algo así como un fracaso; ¿habrá una cuarta? ¿Qué es todo eso?
— Estúdialo tú misma. Si te lo digo, no lo sabrás; simplemente te lo habrán dicho.
Estúdialo atentamente y alguna noche, cuando estés durmiendo sola, te lo preguntaré. Tú me responderás, y entonces lo sabrás.
— Por los clavos de Cristo. ¿Siempre sabes cuándo estoy durmiendo sola?
— Siempre. — Añadió —: Puedes irte — y se volvió a su consola.
23
Cuando abandonaba el sancta sanctorum, tropecé con Rubia que venía corriendo. Yo me sentía malhumorada y simplemente hice una inclinación de cabeza. No estaba dolida con Rubia. ¡Con el Jefe! Maldito fuera. ¡Altanero, arrogante voyeur! Fui a mi habitación y me puse a trabajar, a fin de dejar de echar humo por la cabeza.
Primero tecleé en busca de los nombres y domicilios de todas las corporaciones Shipstone. Mientras se imprimían éstos, pedí las historias del complejo. La computadora señaló dos, una historia oficial de la compañía combinada con una biografía de Daniel Shipstone, y una historia no oficial calificada de «infamante». Luego la máquina sugirió otras varias fuentes.
Le dije a la terminal que imprimiera ambos libros, y pedí que hiciera lo mismo con las demás fuentes que tuvieran cuatro mil palabras o menos, y si tenían más que las resumiera. Luego miré la lista de las corporaciones:
Herederos de Daniel Shipstone, Inc. Museo y Escuela Shipstone de Artes Visuales Laboratorios de Investigación Shipstone Nunca-Nunca Memorial Muriel Shipstone Shipstone Ele-Cuatro Shipstone Tempe Shipstone Ele-Cinco Shipstone Gobi Shipstone Estacionaria Shipstone Aden Shipstone Tycho Shipstone Sahara Shipstone Ares Shipstone África Shipstone Aguas Profundas Shipstone Valle de la Muerte Shipstone Ilimitada, Ltd. Shipstone Karroo Sears-Montgomery, Inc.
Coca-Cola Sociedad de Control Fundación Prometeo Corporación de Transportes Interworld Escuela Billy Shipstone para Niños Impedidos Jack y el Tallo, Pty. Conservación de la Naturaleza Morgan Asociados Paso de Wolf Creek Corporación Colonial Out-Systems Refugio Año Nuevo para la Vida Salvaje Miré aquella lista con un entusiasmo fácilmente controlado. Sabía que el trust Shipstone tenía que ser grande… ¿quién no tiene media docena de Shipstones al alcance de su mano en cualquier momento, sin contar la grande en los sótanos o los cimientos de su edificio? Pero ahora me parecía que estudiar aquel monstruo iba a ser el trabajo de toda una vida. No me sentía tan interesada como eso en los Shipstone.
Estaba tanteando cómo enfocar el asunto cuando Rubia entró y me dijo que ya era hora de ir al pesebre.
— Y he recibido instrucciones de que cuide de que no pases más de ocho horas al día en tu terminal, y que te tomes cada semana un auténtico fin de semana.
— Oh, sí. El tiránico viejo sinvergüenza.
Nos dirigimos al refectorio.
— Viernes…
— ¿Sí, Rubia?
— Estás encontrando al Jefe malhumorado y a veces difícil.
— Corrección. Siempre es difícil.
— Hum, sí. Pero lo que quizá no sepas es que está sometido a un constante dolor. — Añadió —: Ya no puede tomar drogas para controlarlo.
Caminamos en silencio mientras yo masticaba y tragaba aquello.
— ¿Rubia? ¿Qué es lo que le pasa?
— Nada, realmente. Diría que goza de buena salud… para su edad.
— ¿Cuántos años tiene?
— No lo sé. Por cosas que he oído sé que ha pasado los cien años. Cuántos más es algo que no puedo imaginar.
— ¡Oh, no! Rubia, cuando vine a trabajar para él, no podía tener más de setenta. Oh, llevaba bastones pero era muy enérgico. Por aquel entonces se movía tan rápido como cualquiera.
— Bueno eso no es importante. Pero tienes que recordar que le duele. Si se muestra rudo contigo, achácalo al dolor. Tiene un gran concepto de ti.
— ¿Qué te hace decir eso?
— Oh… he hablado demasiado acerca de mi paciente. Comamos.
Estudiando el complejo corporativo Shipstone no intenté estudiar las Shipstones. La forma — la única forma — de estudiar las Shipstones sería volver a la universidad, doctorarse en física, añadir algunos intensos estudios postdoctorales sobre estados sólidos y plasma, conseguir un trabajo en una de las compañías Shipstone, y así impresionarlos con tu lealtad y tu brillantez de modo que finalmente te invitaran a formar parte del círculo interno que controla la fabricación y la calidad.