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Puesto que para esto se necesitan unos veinte años y hubiera debido empezar antes de los veinte, supuse que el Jefe no pretendía que tomara ese camino.

Así que déjenme señalar, de la historia oficial o de propaganda:

Prometeo, una breve biografía y sucinto relato de los descubrimientos sin paralelo de Daniel Thomas Shipstone, Licenciado en Ciencias, Maestro en Artes, Doctor en Filosofía, Doctor en Derecho, Doctor en Humanidades, y del Benevolente Sistema que fundó.

…de modo que el joven Daniel Shipstone vio inmediatamente que el problema era no una escasez de energía sino problemas en el transporte de esa energía. La energía está en todas partes… en la luz del sol, en el viento, en los arroyos de montaña, en los gradientes de temperatura de todas clases que pueden hallarse en cualquier lugar, en el carbón, en el petróleo fósil, en las gangas radiactivas, en las plantas creciendo.

Especialmente en las profundidades oceánicas y en el espacio exterior está libre para ser tomada en cantidades tan enormes que están más allá de la comprensión humana.

Aquellos que hablan de «escasez de energía» y de «conservación de la energía» simplemente no comprenden la situación. El cielo estaba «lloviendo sopa»; lo único que se necesitaba era un cubo para recogerla.

Con los ánimos dados por su dedicada esposa Muriel «nacida Greentree», que se puso a trabajar de nuevo para traer la comida a la mesa, el joven Shipstone se despidió de la General Atomics y se convirtió en el más americano de los héroes míticos, el inventor de base. Siete frustrantes y agotadores años más tarde había fabricado a mano la primera Shipstone. Había descubierto…

Lo que había descubierto era una forma de almacenar más kilovatios-hora en un espacio más pequeño y una masa más pequeña que cualquier otro ingeniero hubiera podido llegar a soñar nunca. Llamar a eso una «batería de almacenamiento mejorada» (como la citan algunos primitivos relatos) es como llamar a una bomba H un «petardo mejorado». Lo que había conseguido era la total destrucción de la mayor industria (aparte la religión organizada) del mundo occidental.

Lo que ocurrió a continuación tuve que extraerlo de la historia infamante y de otras fuentes independientes, puesto que simplemente no podía creer la dulzura y la luminosidad de la versión de la compañía. Un parlamento novelado atribuido a Muriel Shipstone:

— Danny, muchacho, no vas a patentar el chisme. ¿Qué es lo que te va a dar el hacerlo? Diecisiete años de royalties como máximo… y ningún año siquiera en tres cuartas partes del mundo. Si lo patentas o intentas hacerlo, la Edison, y la P.G. & E, y la Standard, intentarán amarrarte con requerimientos judiciales y procesos y acusaciones de usurpación y no sé qué otras cosas. Pero tú dijiste que podías poner uno de tus chismes en una habitación con el mejor equipo investigador posible, y lo único que conseguirán en el mejor de los casos es fundirlo, y en el peor de los casos saltar por los aires con él. Tú lo dijiste. ¿No lo dijiste?

— Por supuesto que lo dije. Si no saben como insertar la…

— ¡Cállate! No quiero saberlo. Y las paredes tienen oídos. No vamos a hacer ningún anuncio; simplemente empezaremos a fabricarla. Allá donde la energía sea más barata en la actualidad. ¿Dónde es?

El autor infamante echaba espuma por la boca ante el «cruel y despiadado monopolio» ejercido por el complejo Shipstone sobre las necesidades primarias de «toda la pequeña gente de todas partes». Yo no podía verlo de ese modo. Lo que había hecho Shipstone y sus compañías era convertir en abundante y barato algo que acostumbraba a ser escaso y caro… ¿es eso «cruel» y «despiadado»?

Las compañías Shipstone no poseen ningún monopolio sobre la energía. No son propietarias ni del carbón ni del petróleo ni del uranio ni de la energía de las mareas. Lo único que han hecho ha sido ocupar muchas, muchas hectáreas de tierras desiertas…

pero queda aún mucho más desierto que no ha sido ocupado por nadie, infinitamente más del que el trust Shipstone está empleando. En cuanto al espacio, es imposible interceptar ni siquiera el uno por ciento de toda la luz solar que llega a perderse dentro de la órbita de la Luna, imposible por un factor de varios millones. Hagan los cálculos aritméticos ustedes mismos; de otro modo nunca creerán la respuesta.

Así que, ¿cuál es su crimen?

De dos clases:

a) Las compañías Shipstone son culpables de proporcionar energía a la raza humana a precios por debajo de sus competidores; b) Mezquina e indemocráticamente, declinan compartir su secreto industrial del estadio final de ensamblaje de una Shipstone.

Esto último es, a los ojos de mucha gente, un crimen capital. Mi terminal desentrañó numerosos editoriales de «la gente tiene derecho a saber», otros de «la insolencia de los gigantescos monopolios», y otras muestras de justa indignación.

El complejo Shipstone es un mamut, de acuerdo, porque proporciona energía barata a miles de millones de personas que desean energía barata y desean más de ella cada año.

Pero no es un monopolio debido a que no son propietarios de ninguna fuente de energía; ellos simplemente la almacenan y la remiten a todos lados donde la gente la desea. Esos miles de millones de clientes podrían llevar a la bancarrota al complejo Shipstone casi en una sola noche simplemente volviendo a sus antiguas fuentes… quemar carbón, quemar madera, quemar petróleo, «quemar» uranio, distribuir la energía a través de tendidos de hilos de cobre y aluminio a lo largo de todo el continente y/o largos convoyes de camiones llenos de carbón y de petróleo.

Pero nadie, por lo que mi terminal es capaz de decir, desea volver a los malos viejos días en que el paisaje era desfigurado de interminables maneras y el aire estaba cargado con hedores cancerígenos y hollín, y los ignorantes se sentían estúpidamente aterrados por la energía nuclear, y toda la energía era escasa y cara. No, nadie desea los malos viejos sistemas… incluso los más radicales de los que se quejan desean una energía barata y conveniente… lo único que desean es que las compañías Shipstone desaparezcan y el negocio sea de todos.

«La gente tiene derecho a saber»… ¿la gente tiene derecho a saber qué? Daniel Shipstone, habiéndose procurado con enorme esfuerzo grandes conocimientos de matemáticas superiores y física, se metió en el sótano de su casa y sufrió pacientemente durante siete difíciles y agotadores años para conseguir descubrir una aplicación de un aspecto de las leyes naturales que le permitiera construir una Shipstone.

Cualquier miembro de «la gente» es libre de hacer lo mismo que él hizo… ni siquiera se protegió con una patente. Las leyes naturales están disponibles por igual para todo el mundo, incluidos los neanderthales roídos por las pulgas acurrucados para combatir el frío.

En este caso, el problema con «la gente tiene derecho a saber» es que se parece enormemente al «derecho» que puede tener todo el mundo a ser un virtuoso pianista de concierto… pero sin necesidad de tener que practicar.

Pero yo tal vez hable movida por los prejuicios, puesto que no soy humana y nunca he tenido ninguno de los derechos humanos.

Prefieran ustedes la versión llena de sacarina de la compañía o la vitriólica versión infamante, los hechos básicos acerca de Daniel Shipstone y el complejo Shipstone son bien conocidos y están más allá de toda discusión. Lo que me sorprendió (me impresionó, de hecho) es lo que supe cuando empecé a hurgar en títulos de propiedad, control y dirección.

Mi primera pista surgió de ese listado básico cuando observé que había compañías relacionadas como compañías del complejo Shipstone pero que no tenían el «Shipstone» en sus nombres. Cuando una hace una pausa para una coca… ¡el trato es con Shipstone!