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No lo sé. No hay cables ahí fuera; eso no puede ser un funicular. Pero funciona.

La forma de navegar de esta nave es aún más confusa. Sólo que ellos no le llaman navegación; ni siquiera le llaman astrogación; le llaman «cosmonáutica». Creo que alguien le está tomando el pelo a Viernes porque los oficiales de ingeniería me dijeron que los oficiales del puente (que no es un puente) que practican la cosmonáutica son oficiales cosméticos porque trabajan únicamente para las apariencias; la computadora es la que hace todo el trabajo… y el señor López, el segundo oficial, dice que la nave tiene que tener oficiales de ingeniería porque la unión lo requiere, pero que la computadora lo hace todo.

Sin saber matemáticas, todo esto es como acudir a una conferencia sin saber el idioma en que se pronuncia.

Aprendí una cosa: allá en Las Vegas creía que cada Grand Tour era La Tierra, Próxima, Frontera, Fiddler’s Green, Bosque, Botany Bay, Halcyon, Intermedio, El Reino, y de vuelta a la Tierra, porque eso es lo que decían los carteles de reclutamiento. Falso.

Cada viaje es confeccionado. Normalmente se tocan todos los nueve planetas, pero el único rasgo común en la secuencia es que la Tierra está en un extremo y El Reino, a casi un centenar de años luz de distancia (98’7 +) está en el otro. Las siete estaciones intermedias pueden ser alcanzadas a la ida o a la vuelta. De todos modos, hay una regla que controla cómo se efectúa la elección: a la ida, la distancia de la Tierra tiene que ser mayor a cada parada; a la vuelta, la distancia debe ser menor. No es tan complejo como suena; significa simplemente que la nave no tiene que ir hacia adelante y hacia atrás… del mismo modo que una planifica su trayecto cuando va de compras y tiene que pararse en varias tiendas.

Pero esto deja mucho margen a la flexibilidad. Las nueve estrellas, los soles de estos planetas, están alineados en algo muy parecido a una línea recta. Vean el dibujo con el Centauro y el Lobo. Vistas desde la Tierra, todas esas estrellas, tal como pueden ver, están en la parte frontal del Centauro o en la parte media del Lobo. (Ya sé que el Lobo no está muy bien representado pero el Centauro ha estado zurrándole durante miles de años. Además, yo nunca he visto un lobo un lobo de cuatro patas, quiero decir), y esto es lo mejor que sé hacer. Y si piensan en ello, tampoco he visto nunca a un Centauro).

Esta es la forma en que esas estrellas se arraciman en el cielo nocturno de la Tierra.

Tienen que estar ustedes tan al sur como Florida o Hong Kong para verlas por completo, e incluso entonces, con los ojos desnudos solamente verán a Alfa del Centauro.

Pero Alfa del Centauro (Rigil Kentaurus) brilla realmente, es la tercera estrella más brillante en el cielo de la Tierra. En realidad es precisamente tres estrellas, una brillante que es la hermana gemela del Sol, una no tan brillante que está emparejada con ella, y una distante, opaca, pequeña compañera que gira en torno a los dos aproximadamente a un quinceavo de un año de luz de distancia. Hace años Alfa del Centauro era conocida como Próxima. Luego alguien se molestó en medir la distancia de su inconsecuente tercer primo y descubrió que estaba un pelo más próxima, así que la pequeña de Próxima o «la Más Próxima» pasó a adquirir su verdadera categoría de cuerpo más cercano. Luego, cuando instalamos una colonia en el tercer planeta de Alfa del Centauro A (el gemelo del Sol), los colonos llamaron a su planeta Próxima.

Finalmente los astrónomos que intentaron restituirle el titulo que le correspondía a la opaca compañera de los dos soles murieron todos, y los colonos siguieron con su nombre. Con toda la razón, puesto que esa débil estrella, aunque en la actualidad esté un pelo más próxima, pronto se alejará de nosotros… simplemente contengan la respiración unos cuantos milenios. El hecho de estar «balísticamente ligadas» entre sí hace que su distancia de la Tierra sea por término medio la misma que los otros dos componentes del tripleto.

Observen el segundo esquema, el que tiene la «ascensión recta» arriba y los «años luz» a un lado.

Puede que yo sea la única persona de los centenares que ocupan esta nave que no supiera que nuestra primera parada en este viaje no iba a ser Próxima. El señor López (que estaba enseñándome el puente) me miró como si fuera un niño retrasado mental que acababa de cometer otro desafortunado desliz. (Pero eso no importa porque él no está interesado en mi cerebro). No me atreví a explicarle que había sido metida a bordo en el último momento; eso destruiría mi coartada. Además, no se supone que la Señorita Mucho Dinero tenga que ser además lista.

Normalmente la nave se detiene en Próxima tanto a la ida como a la vuelta. El señor López me explicó que esta vez llevaban poca carga y tan sólo unos cuantos pasajeros para Próxima, no los suficientes como para merecer una parada. Así, tanto carga como pasajeros habían sido dejados de lado hasta que partiera la Maxwell el mes próximo; en este viaje la Adelantado se detendrá en Próxima a su regreso a casa, con carga y, probablemente, pasajeros de los otros siete puertos. El señor López me explicó (y yo no lo comprendí) que viajar muchos años luz en el espacio no cuesta prácticamente nada — únicamente las raciones de los pasajeros —, pero que detenerse en un planeta es terriblemente caro, de modo que cada parada debe mostrar su valor en la hoja del balance.

Así que este es el recorrido de este viaje (vean de nuevo el cuadro de arriba): primero a Frontera, luego a Botany Bay, luego a El Reino, y al regreso a Intermedio, Halcyon, Bosque, Fiddler’s Green, Próxima (¡por fin!), y de vuelta a casa, a la Tierra.

No me sentí disgustada por eso… ¡antes al contrario! Me libraría de ese «cargamento más valioso de toda la galaxia» menos de un mes después de abandonar la Estación Estacionaria… y luego todo el viaje de regreso a casa sería un auténtico viaje turístico.

¡Divertido! Sin responsabilidad. Montones de tiempo para observar esas colonias acompañadas por ansiosos oficiales jóvenes que olían bien y eran siempre educados. Si Viernes (o la señorita Mucho Dinero) no se divertía con esas perspectivas, entonces es mejor que la incineren: está muerta.

Ahora veamos el tercer dibujo, la declinación arriba, los años luz al lado. Este hace que la ruta parezca completamente razonable… pero si miran el cuadro que hay en la página siguiente, verán que la línea que va de Botany Bay a Frontera, que parece en el tercer cuadro rozar la fotosfera de sol de Bosque, de hecho pasa a varios años luz de distancia.

Representar este viaje necesita realmente un esquema en tres dimensiones. Pueden tomar los datos de los dibujos y de la tabla de abajo y teclearlos en su terminal y extraer un holograma tridimensional; visto de ese modo las cosas tienen más sentido. Hay uno de esos hologramas en el puente, congelado para que una pueda examinarlo con todo detalle. El señor López, que me hizo esos dibujos (todos excepto Joe Centauro y el lobo triste) me advirtió que una representación plana simplemente no puede reflejar la cosmonáutica tridimensional. Pero ayuda el pensar en esos tres dibujos como otros tantos planos, vista frontal, vista lateral y vista superior, del mismo modo que uno puede visualizar una casa por sus planos; es exactamente análogo.

Cuando el señor López me entregó esa tabla, me advirtió que los datos tenían una exactitud aproximada de escuela elemental. Si apuntan ustedes un telescopio a esas coordenadas, descubrirán la estrella correcta, pero científica y cosmonáuticamente se necesitan muchos más decimales, y luego hacer las correcciones oportunas de «época»… una forma de decir que hay que actualizar todos los datos porque las estrellas se mueven constantemente. El sol de Frontera es el que menos se mueve; casi se mantiene en el mismo sitio en nuestra parte de la galaxia. Pero la estrella de Fiddler’s Green (Nu(2)Lupi) tiene un vector de 138 kilómetros por segundo… lo cual quiere decir que Fiddler’s Green se habrá movido más de mil quinientos millones de kilómetros entre las dos visitas que en cinco meses le habrá hecho la Adelantado. Esto puede ser preocupante… según el señor López lo es al menos para el capitán, ya que el beneficio o no de un viaje depende en buena parte de cuán cerca de un planeta puede surgir la nave del hiperespacio sin golpear contra algo (¡por ejemplo una estrella!). ¡Como conducir un VMA con los ojos vendados!