Pero yo nunca pilotaré una nave hiperespacial, y el capitán van Kooten tiene un sólido historial que inspira confianza. Le pregunté acerca de ello en la cena de aquella noche.
Asintió.
— Lo encontraremos. Sólo en una ocasión tuvimos que enviar a uno de los chicos abajo en una nave de desembarco a comprar algo a la pastelería del lugar y de paso tomar desde allí las indicaciones.
No supe si él esperaba que me echara a reír o pretendiera creerle, de modo que le pregunté qué era lo que había comprado en la pastelería. Se volvió hacia la dama que tenía a su izquierda y pretendió no haberme oído. (La pastelería de la nave hace los mejores pasteles que jamás he probado; deberían mantenerla cerrada con siete llaves).
El capitán van Kooten es un hombre gentil y paternal… aunque no tengo ninguna dificultad en visualizarlo con una pistola en una mano y un machete en la otra, conteniendo a una multitud de cortacabezas amotinados. Hace que la nave parezca un lugar seguro.
Shizuko no es la única guardia que tengo situada sobre mí. Creo que he identificado a cuatro más, y estoy preguntándome si los he localizado a todos. Casi lo más seguro es que no, puesto que a veces he mirado a mi alrededor y no he descubierto a ninguno de ellos… cuando cabe suponer que el procedimiento es que siempre haya alguien a mi alrededor, en cualquier momento.
¿Paranoia? Puede que lo parezca, pero no me siento paranoide en absoluto. Soy una profesional que ha permanecido con vida a través de todo, por inusitado que haya sido.
Esta nave transporta a seiscientos treinta y dos pasajeros de primera clase, unos sesenta y tantos oficiales uniformados, una tripulación también uniformada, y el equipo habitual de camareros y camareras y parejas profesionales de baile y entretenedores y cosas así.
Estos últimos visten como los pasajeros pero son jóvenes y siempre están sonriendo y hacen constantemente su trabajo para que los pasajeros no dejen de ser felices.
Los pasajeros: en esta nave un pasajero de primera clase por debajo de los setenta años de edad es una rareza… yo, por ejemplo. Tenemos a dos chicas quinceañeras, un muchacho adolescente, dos mujeres jóvenes, y una pareja rica en plena luna de miel.
Todos los demás que viajan en primera clase son candidatos a un asilo geriátrico. Son muy viejos, muy ricos, y extremadamente egoístas… salvo un escaso puñado que han conseguido envejecer sin avinagrarse.
Por supuesto ninguno de esos viejos tambaleantes son mis guardianes, y tampoco lo son los más jóvenes. Tuve clasificado a todo el personal de la nave a las cuarenta y ocho horas, fueran músicos o cualquier otra cosa. Hubiera podido sospechar que algunos de los oficiales jóvenes habían sido asignados a vigilarme si no fuera porque todos ellos tenían turnos de guardia, normalmente de ocho horas cada veinticuatro, y por ello no podían tomar ningún otro trabajo a tiempo completo. Pero mi nariz no me engaña; sé por qué mariposean a mi alrededor. No les presto mucha atención en este aspecto pero hay una absoluta carencia de mujeres jóvenes que llevar a la cama en esta nave… treinta oficiales jóvenes masculinos contra cuatro únicas mujeres jóvenes en primera clase, además de Viernes. Con esas perspectivas una mujer núbil tiene que tener muy mal aliento para no conseguir arrastrar tras ella a toda una procesión.
Pero, en todas esas categorías explicadas, descubrí algunos hombres que no podía explicar. ¿Primera clase? Sí, todos ellos comen en el Salón Ambrosía. ¿Viajantes de negocios? Quizá… pero según el primer ayudante del sobrecargo, los viajantes de negocios van en segunda clase, no tan ostentosa pero igual de confortable, y a mitad de coste.
Veamos: cuando Jerry Madsen me llevó al Agujero Negro con sus amigos, ahí estaba ese tipo solitario haciéndole la corte a su bebida en un rincón. A la mañana siguiente Jimmy López me llevó a nadar; el mismo tipo estaba en la piscina. En la sala de juegos estoy jugando una partida de cartas con Tom… mi sombra está haciendo un solitario en el rincón mas alejado.
Una o dos veces puede ser coincidencia… pero al cabo de tres días puedo estar segura de que, apenas salgo de la suite BB, alguien de entre cuatro hombres está en algún lugar a la vista. Normalmente permanece tan alejado de mí como lo permite la geometría del espacio… pero ahí está.
El señor Sikmaa me había hecho ver que llevaba «el más valioso cargamento jamás transportado». Pero no esperaba que considerara necesario mantener guardias a mi alrededor dentro de aquella nave. ¿Pensaba que alguien podía deslizarse junto a mí y robarme lo que llevaba detrás del ombligo?
¿O las sombras no procedían del señor Sikmaa? ¿Se había difundido el secreto antes de que yo abandonara la Tierra? El señor Sikmaa parecía profesionalmente cuidadoso… ¿pero qué decir de Mosby y su celosa secretaria? Simplemente no lo sabía… y no sabía lo suficiente de la política en El Reino como para hacer ninguna suposición.
Más tarde: las dos mujeres jóvenes formaban parte del ojo vigilante que estaba clavado sobre mí, pero sólo se me acercaban allá y cuando los hombres no podían hacerlo… los lavabos, los vestidores, la sauna para mujeres, etc. Nunca me molestaban, pero empezaban a hacerse pesadas. Pensé en que me alegraría entregar el paquete y poder disfrutar al fin completamente de ese maravilloso viaje. Afortunadamente, la mayor parte de él se produciría después de que abandonáramos El Reino. Frontera es un lugar tan helado (¡literalmente!) que no hay prevista ninguna excursión al planeta. Botany Bay se dice que es muy agradable, y debía verlo porque es un lugar al que más tarde puedo emigrar.
El Reino es descrito como rico y hermoso y deseo verlo como turista… pero nunca me trasladaré a él. Aunque es considerado como un lugar absolutamente bien gobernado, es una completa dictadura como el Imperio de Chicago… y ya tenía bastante de ello. Pero había otra razón más poderosa que me desanimaba de pedir un visado de inmigrante: sé demasiado acerca de él. Oficialmente no sé nada, pues el señor Sikmaa nunca lo ha admitido y yo no he preguntado… pero no voy a tentar mi suerte pidiendo vivir allí.
Intermedio es otro lugar que deseo ver pero donde no deseo vivir. Dos soles en su cielo son suficientes para convertirlo en algo especial… pero es el Papa-en-el-exilio lo que lo hace tan especial… para visitar, no para quedarse. ¡Es realmente cierto que allí celebran la misa en público! El capitán van Kooten lo afirma, y Jerry me dijo que él lo había visto con sus propios ojos y que yo podía verlo también… sin pagar entrada, sólo dando una amable y generosa contribución para las obras de caridad.
Estoy tentada de hacerlo. Realmente no es peligroso, y probablemente nunca tenga otra oportunidad como esa en toda mi vida.
Por supuesto, estudiaré tanto Halcyon como Fiddler’s Green. Cada uno de ellos debe ser algo extra-especial o de otro modo no exigirían tan altos precios para inmigrar… pero he de estudiar todos los aspectos, como en el caso de Edén; odiaría pedirle a Gloria que pagara una alta contribución para enviarme allí… y luego descubrir que odiaba el lugar.
Bosque se supone que no tiene nada atractivo para un turista — no hay diversiones —, pero quiero echarle una buena mirada. Es la colonia más reciente, por supuesto, aún en el estadio de las cabañas de troncos y totalmente dependiente de la Tierra y/o de El Reino para herramientas e instrumentos.
¿Pero no es este precisamente el estadio en que unirse a una colonia a fin de conseguir que todos los minutos sean alegremente emocionantes?