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— No estaba en el fuego; escapé antes de que se iniciara.

— ¿Realmente? ¿Por qué?

— Por dos razones. Planeaba marcharme tan pronto como supiera lo que había ido a averiguar. Pero principalmente por causa suya.

— Mac, no espere que me crea demasiadas cosas inverosímiles. ¿Qué era lo que fue a averiguar?

— Nunca llegué a averiguarlo. Iba detrás de lo mismo que ellos: por qué había abandonado usted Ele-Cinco. Les oí interrogarla y pude ver que usted no lo sabía. De modo que me fui. Aprisa.

— Eso es cierto. Yo era una paloma mensajera… ¿y cuándo sabe una paloma mensajera lo que está llevando? Malgastaron su tiempo torturándome.

Que me aspen, pareció sorprendido.

— ¿La torturaron?

— ¿Está intentando hacerse el inocente? — dije con sequedad.

— ¿Eh? No, no. Soy culpable como el pecado, y lo sé. De violación. Pero no tenía ni la menor idea de que la hubieran torturado. Es estúpido, varios siglos anticuado. Lo que oí fue un interrogatorio normal, luego le administraron el suero de la verdad… y usted les contó la misma historia. Así que supe que estaba diciendo la verdad, y me fui de allí. Lo más rápido que pude.

— Cuanto más me lo cuenta, más preguntas suscita. ¿Para quién estaba trabajando, por qué lo estaba haciendo, por qué se fue, por qué ellos le dejaron marcharse, quién era esa voz que les daba órdenes, ese llamado el Mayor, por que estaba todo el mundo tan ansioso por saber lo que yo llevaba… tan ansioso como para montar un ataque militar y perder un montón de vidas y torturarme y amputarme el pezón derecho? ¿Por qué?

— ¿Le hicieron eso? — (Que me aspen, el rostro de Mac estaba completamente impasible hasta que mencioné la mutilación hecha a mi glándula mamaria de estribor. ¿Alguien me explicará alguna vez a los hombres? ¿Con diagramas y pocas palabras?).

— Oh. Regeneración completa, tanto funcional como cosmética. Se lo mostraré… luego.

Si responde completamente a mis preguntas. Podrá comprobarlo comparándolo a como lucía antes. Ahora volvamos al asunto. Hable.

El hombre afirmó haber sido un agente doble. Dijo que, en aquella época, era un oficial de inteligencia en una organización cuasimilitar dependiente de los Laboratorios Muriel Shipstone. Como tal, y trabajando solo, había penetrado en la organización del Mayor…

— ¡Espere un minuto! — exclamé —. ¿Murió él en el fuego? ¿El tipo llamado el Mayor?

— Estoy casi completamente seguro de que sí. Aunque puede que Mosby sea el único que lo sepa.

— ¿Mosby? ¿Franklin Mosby? ¿Descubridores, Incorporada?

— Espero que no tenga hermanos; uno es demasiado. Sí. Pero Descubridores, Inc., es solamente una pantalla; él sirve a la Shipstone Ilimitada.

— Pero usted dijo que estaba usted trabajando también para la Shipstone… los laboratorios.

Mac pareció sorprendido.

— Pero todo el alboroto del Jueves Rojo fue una lucha intramuros entre los chicos de las altas esferas; todo el mundo sabe eso.

Suspiré.

— Me parece que he llevado una vida muy protegida. De acuerdo, trabajaba usted para la Shipstone, por una parte, y como agente doble trabajaba también para la Shipstone, por otra parte. ¿Pero por qué yo estaba en medio?

— Señorita Viernes, no lo sé; eso es lo que se supone que debía descubrir yo. Pero usted era considerada como un agente de Tripagorda Bal…

— Alto ahí. Si va a hablar usted del difunto doctor Baldwin, por favor no utilice ese horrible apodo.

— Lo siento. Había la creencia de que era usted un agente de las Empresas System, es decir, del doctor Baldwin, y usted lo confirmó acudiendo a su cuartel general…

— Alto de nuevo. ¿Formaba usted parte del grupo que me saltó encima al llegar allí?

— Me alegra decir que no. Usted mató a dos de ellos, y otro murió más tarde, y ninguno de ellos se salió sin alguna herida. Es usted una fiera.

— Adelante, siga.

— Trip… el doctor Baldwin era un rebelde, un disidente, no formaba parte del sistema.

Con el Jueves Rojo en pleno montaje…

— ¿Qué tiene que ver el Jueves Rojo con esto?

— Oh, bueno, todo. Fuera lo que fuese lo que usted llevaba, al menos iba a afectar el desarrollo de los hechos. Creo que el Consejo para la Supervivencia (ese es el lado para el que trabajaban los terroristas a sueldo de Mosby) se olió algo y actuó antes de estar preparados. Quizá por eso no consiguieron mucha cosa. Llegaron a un arreglo de sus diferencias en las salas del consejo. Pero nunca he visto un análisis de ello.

(Ni yo tampoco, y ahora probablemente ya nunca lo vería. Anhelé unas cuantas horas ante la terminal de servicio ilimitado que tenía en Pájaro Sands. ¿Cuáles directores habían resultado muertos en el Jueves Rojo y sus sequelae? ¿Cómo había quedado el mercado después de eso? Sospecho que las respuestas realmente importantes nunca aparecerán en los libros de historia. El jefe me había estado insistiendo en que aprendiera el tipo de cosas que finalmente me conducirían a las respuestas… pero había muerto y mi educación se había interrumpido bruscamente. Por ahora. ¡Pero aún podía seguir alimentando mi mente elefantina! Algún día).

— Mac, ¿le contrató Mosby para este trabajo? Vigilarme en esta nave.

— ¿Eh? No. Sólo he tenido un contacto con Mosby, y aún a través de un intermediario.

Fui contratado para esto a través de un reclutador que trabaja para un agregado cultural del Embajador de El Reino en Génova. Este trabajo no es para avergonzarse, sin embargo. Estamos cuidando de usted. Por todos los medios.

— Debe ser aburrido, sin ninguna violación.

— Uf.

— ¿Cuáles son sus instrucciones respecto a mí? ¿Y cuantos de ustedes hay aquí?

¿Está usted al cargo, o no?

Dudó.

— Señorita Viernes, está pidiéndome que revele los secretos de mi empleador. En la profesión no hacemos eso… y creo que usted lo sabe.

— Tonterías. Usted sabía cuando cruzó esta puerta que su vida dependía de responder a mis preguntas. Piense de nuevo en ese grupo que saltó sobre mí en la granja del doctor Baldwin… piense en lo que les ocurrió. Luego hable.

— He pensado en ello, muchas veces. Sí. Estoy al cargo… excepto, posiblemente, en lo que respecta a Tilly…

— ¿Quién es Tilly?

— Perdón. Shizuko. Ese es su nombre profesional. En la UCLA era Matilda Jackson.

Todos nosotros hemos estado aguardando en el Hotel Cielo Alto casi durante dos meses…

— «Nosotros», plural. Nómbrelos. Los nombres que figuran en la lista de pasajeros. Y no intente salirse por la tangente con tonterías acerca del código de los mercenarios; Shizuko va a estar de vuelta dentro de unos minutos.

Los nombró… ninguna sorpresa; los había descubierto a todos. Torpes. El Jefe nunca lo hubiera tolerado.

— Prosiga.

— Aguardamos, y la Dirac partió sin nosotros, y solamente veinticuatro horas antes de la hora de partida de la Adelantado fuimos precipitadamente alertados de que debíamos abordar la Adelantado. Luego nos facilitaron holos a color de usted para que la estudiáramos… y, señorita Viernes, cuando vi su foto casi me desmayé.

— ¿Tan malas eran las fotos? Oh, vamos.

— ¿Eh? No, eran muy buenas. Pero tenga en cuenta dónde nos vimos la última vez.

Pensé que usted había muerto en aquel fuego. Yo, esto, bueno, debo confesar que lo sentí por usted. Un poco, al menos.

— Gracias. Le creo. De acuerdo, siete, con usted al mando. Este viaje no resulta barato.