– Bien, té con perlas para mí y té blanco Neblina de la Montaña para él -dijo Chen. Cuando se hubo ido preguntó-. ¿Qué tal le van las cosas, tío Yu?
– Igual que a los otros ancianos. Sólo intento ser útil a la sociedad, como un trozo de carbón que aún arde, emitiendo los últimos restos de calor.
Chen sonrió. El símil le resultó familiar; recordaba haberlo oído en una película de los años setenta. Los tiempos habían cambiado, pero no para el anciano.
– No trabaje demasiado, tío Yu.
Viejo Cazador empezó con una de sus acostumbradas preguntas retóricas.
– ¿Sabe por qué quería verle hoy, inspector jefe Chen? Eché un buen rapapolvo a Yu antes de que se marchara a Fujian.
– ¿Por qué? -Chen comprendió el porqué del otro apodo del anciano, Cantante de la Ópera de Suzhou. Era una referencia a una ópera en dialecto del sur, conocida por la táctica de sus intérpretes de provocar dramatismo donde no lo había, prolongando la historia mediante interminables digresiones y haciendo referencias clásicas de vez en cuando.
– Tenía ciertas reservas sobre el trabajo y le dije: «En circunstancias normales te aconsejaría que evitaras como a una plaga investigar a estos gánsteres, pero si el inspector jefe Chen quiere pelear esa batalla, síguele a través del agua y a través del fuego. Él tiene más que perder que tú, ¿no? Es una auténtica vergüenza para nosotros que haya aparecido el cadáver de alguien asesinado por los gánsteres de la Tríada en el parque del Bund. Con algunos otros cuadros del Partido honestos como él las cosas no se habrían complicado tanto».
– Yu y yo somos buenos amigos. Es más práctico y realista. Realmente confío en él. Ahora que está en Fujian, me ha costado mucho hacer solo mi trabajo.
– ¿Las cosas se están viniendo abajo! La bestia de la corrupción recorre todo el país. La gente buena carece de convicción. Hoy en día hay dos maneras de llevar a cabo cualquier cosa en la sociedad: la sucia y la limpia. Yo patrullaba los mercados, pero ahora el control está en manos de esos gánsteres, la manera sucia. ¿Recuerda a Jiao, la vendedora de rollitos que llevaba una cocina en miniatura sobre los hombros?
– Sí, la mujer que vendía rollitos cerca de Qianghe Lane. Nos ayudó. ¿Qué le ha ocurrido?
– Es un buen sitio para vender. Algunas personas querían echarla de esa esquina. Una noche le destrozaron la cocina. La policía del barrio no pudo hacer nada. No hay ninguna pista de quién lo hizo. En algunos negocios nuevos, los gánsteres aún son más atrevidos. Por ejemplo, esas chicas del karaoke y las habitaciones privadas. Es un negocio realmente lucrativo. Quinientos yuanes por una hora al atardecer, la hora dorada. Por no mencionar las propinas y el dinero extra. Los propietarios de clubes mantienen buenas relaciones con nosotros porque podemos ponerles las cosas difíciles, pero tienen mejores relaciones con las bandas porque ellas pueden hacerles las cosas imposibles. Las chicas pueden acabar apuñaladas, se pueden destrozar las habitaciones y los propietarios pueden ser secuestrados…
El Viejo Cazador interrumpió su discurso cuando la camarera entro de nuevo en la habitación con una bandeja lacada que contenía una tetera de exquisita porcelana blanca y una sola taza. El té con Perlas estaba en un gran vaso de papel con una paja muy gruesa que sobresalía de una tapa de plástico.
El té Neblina de la Montaña tenía buen aspecto. Chen lo sabía por el color del té verde en la taza blanca. Tomó un sorbo del té con perlas con la paja. Una bolita pegajosa le fue a parar a la lengua. Tenía el tamaño de una canica pequeña y el rico sabor de la leche, y era blanda, viscosa, casi sensual. Pero… ¿realmente era té?
Quizá también él estaba anticuado, como el Viejo Cazador, que escupió una hojita de té en la taza antes de proseguir.
– ¿Cómo se pueden complicar tanto las cosas? Pura y simplemente porque algunos de nuestros cuadros de rango superior son malvados. Aceptan dinero de los gánsteres y a cambio les encubren. ¿Has oído contar la historia del cuñado del Secretario del Partido Li?
– No.
– Bien, ese cuñado tenía un bar en la calle Henshan. La zona de los diamantes. Un pequeño negocio. Cómo consiguió la licencia y el contrato la gente nunca lo supo ni lo preguntó. Un día, alguien se emborrachó, destrozó una mesa y le dio una bofetada. Al día siguiente, el borracho regresó, se arrodilló y se abofeteó su propia cara cientos de veces. ¿Por qué? La Azul está detrás. Esta tríada tiene más poder en esta ciudad que el gobierno. Si el borracho no hubiera hecho eso, habrían matado a toda su familia. A partir de entonces nadie se ha atrevido a causar problemas en el bar.
– Podría ser una señal para Li -dijo Chen con renuencia, ya que conocía el resentimiento que el Viejo Cazador sentía por Li. Los dos habían ingresado en la policía casi al mismo tiempo. Uno no hizo nada más que trabajo de policía, y el otro no hizo nada más que política. Al cabo de treinta años, la distancia entre ellos se había hecho enorme-. Sin embargo, puede que el propio Li no tuviera nada que ver con ello.
– Posiblemente -dijo el Viejo Cazador-, pero nunca se sabe. Las cosas realmente están descontroladas -el anciano prosiguió indignado, masticando una hoja de té con sus dientes manchados-. En cuanto al cadáver del parque del Bund… es inusual. Si hubiera ocurrido en las zonas costeras próximas a Hong Kong, o en la provincia de Yunan en cuyas fronteras actúa el tráfico de drogas, no me sorprendería. Como el presidente jiang había sido alcalde de Shanghai, los gánsteres tratan de pasar inadvertidos allí. No quieren despertar al león. Antes de esto no recuerdo haber oído nunca que se hubiera producido un asesinato de la Tríada en Shanghai.
– Puede que haya sido obra de organizaciones de fuera de Shanghai -Chen hizo gestos de asentimiento y tomó otro largo sorbo de su té-. Quizá para enviar un mensaje a gente de aquí.
– Por eso sugiero que hagan aparecer otra historia en el periódico. Dar detalles nítidos de las heridas de hacha. Para ver si alguna serpiente sale de su nido.
– Es buena idea.
– Si va a tratar con esos gánsteres, inspector jefe Chen, no puede hacerlo sólo a su manera limpia. Tiene que ser muy flexible. Es necesario que consiga toda la ayuda que pueda. Por ejemplo, de alguien conocido que trabaje sucio y limpio, y que también tenga conexiones en la calle.
Chen comprendió que era la manera que tenía el anciano de ofrecerle ayuda. El policía jubilado era un veterano, con contactos propios.
– No puedo estar más de acuerdo. Estaba pensando en pedirle ayuda, tío Yu.
– Haré todo lo que pueda, inspector jefe Chen.
– Tengo dos casos en mis manos. No están relacionados, pero cada uno de ellos puede tener algo que ver con el modo sucio y el modo limpio. Dudo que Qian Jun tenga suficiente experiencia para realizar un buen trabajo, y el Secretario del Partido Li, como usted sabe, no querrá involucrarse por sus razones siempre políticamente correctas.
– Déme todos los detalles. Olvídese del Secretario del Partido Li.
– En primer lugar, con respecto a la víctima del Bund Park, aún no la hemos identificado, pero el informe inicial del doctor Xia sostiene nuestra hipótesis -entregó una copia del informe al Viejo Cazador-. Le mataron poco después de haber tenido relaciones sexuales con alguien; aún iba en pijama. Así que posiblemente le mataron en casa o en un hotel. Si fue en un hotel, no creo que se tratara de uno de cinco estrellas dirigido por el Estado, ya que habrían tenido que dar parte, pero hay muchos lugares privados, salones de masaje y cosas así.
– Y también burdeles clandestinos, inspector jefe Chen. No encontrará nada sobre ellos en los archivos del departamento.
– En segundo lugar está el caso de Wen Liping. Yu está trabajando en ello en Fujian. "Wen es una ex joven educada de Shanghai que tal vez haya regresado a la ciudad -sacó una fotografía de Wen-. Si no está en casa de algún pariente, esos hoteles privados baratos sin licencia comercial también podrían ser una opción.