– Bonito árbol, -dijo Diesel.
Mi padre estaba concentrado en la pantalla de la televisión. Mi padre reconocía un árbol perdedor cuando veía uno y este no era ningún ganador. Él había gastado poco, como de costumbre, y le había comprado el árbol a Andy en la estación Mobil. Los árboles de Andy siempre se veían como si hubiesen sido plantados al lado de una central nuclear.
Mary Alice y Angie habían estado mirando la televisión con mi padre. Mary Alice apartó su atención de la pantalla y contempló a Diesel.
– ¿Quién eres? -preguntó.
– Me llamo Diesel, -dijo-. ¿Quién eres tú?
– Soy Mary Alice, y soy un hermoso palomino. Y esa es mi hermana Angie. Ella es sólo una niña.
– No eres un palomino, -dijo Angie-. Los Palominos tienen el pelo dorado, y tú lo tienes castaño.
– Puedo ser un palomino si quiero, -dijo Mary Alice.
– No puedes.
– Igual puedo.
– No puedes.
Cerré la puerta de la cocina y volví al corte de galletas.
– Hay una juguetería en el centro comercial Price Cutter en Hamilton Township, -dije a mi madre y abuela-. ¿Alguna de ustedes sabe algo sobre ella?
– Nunca vi una juguetería allí, -dijo la Abuela-, pero fui de compras con Tootie Frick la semana pasada, y vimos una tienda con un soldado de juguete en la puerta. Probé la puerta, pero estaba cerrada, y no había ninguna luz en el interior. Pregunté a alguien respecto a eso y él me dijo que la tienda estaba embrujada. Dijo que la semana pasada hubo una tormenta eléctrica dentro de la tienda, con truenos y todo.
Transferí una estrella de masa cruda de la mesa a la bandeja de galletas.
– No sé nada sobre la parte embrujada, pero se supone que el lugar es una juguetería. El tipo que la posee no apareció a su cita en el tribunal, y no he podido encontrarlo. Supuestamente él hace varios de sus propios juguetes, y tiene un taller en algún lugar, pero no he sido capaz de conseguir la dirección.
Cuándo la oficina de fianzas abriera mañana por la mañana, tendría a Connie, la encargada, dirigiendo una búsqueda cibernética de Claws. También podría comprobar para ver si Claws tenía cuentas de eléctricidad y agua en algún sitio aparte de su casa y su tienda.
– Vas a tener que coger el ritmo, -dijo la Abuela-. Aún tenemos que poner azúcar glaseado sobre esas galletas. Y todavía tenemos que hacer un montón de galletas. Y las bolas de queso cremoso. No puedo estar haciendo esto todo el día porque tengo que ir a un velatorio esta noche. Ponen a Lenny Jelinek. Era miembro de los Alces, y tú sabes lo que eso significa.
Mi madre y yo miramos a la Abuela. Éstabamos despistadas.
– Me rindo, -dijo mi madre-. ¿Qué significa eso?
– Hay siempre un gentío cuando se presenta un Alce. Muchos hombres. Un grupo potencial, si estás en el mercado para un [3]studmuffin.
Mi madre mezclaba la masa de galleta en un pocillo grande. Alzó la vista, cuchara en mano, y una bola de masa se deslizó de la cuchara e hizo plaf en el suelo.
– ¿Studmuffin?
– Por supuesto, yo ya tengo mi studmuffin elegido, -dijo la Abuela-. Lo encontré echando un vistazo en Harry Farfel, la semana antepasada. Fue una verdadera reunión romántica. Mi studmuffin acaba de trasladarse al área. Él conducía por los alrededores, tratando de encontrar a un amigo, y se perdió. Entonces entró en la Funeraria de Stiva para pedir orientación, y chocó directamente conmigo. Dijo que chocó conmigo debido a que tiene problemas de la vista, pero yo sabía que fue el destino. Todos los vellos de mi brazo se me erizaron al segundo de atropellarme. ¿Puedes imaginarlo? Y ahora vamos prácticamente estables. Él es un verdadero dulce. Besa bien, también. ¡Hace mis labios zumbar!
– Nunca dijiste nada, -dijo mi madre.
– No quise hacer un escándalo, con la Navidad encima de nosotros.
Pensé que era algo grandioso que la Abuela tuviera un studmuffin, pero realmente no quise una imagen mental de la Abuela y el buen besador. La última vez que la Abuela trajo a un hombre a casa a cenar él se sacó su ojo de vidrio en la mesa y lo puso junto a su cuchara mientras comía.
Tuve cierto éxito en apartar los pensamientos del viejo studmuffin. Tenía menos éxito en apartar los pensamientos sobre Diesel. Me preocupaba que él estuviera en la sala de estar decidiendo a quién de mi familia convendría teletransportar hasta la nave madre. O quizás no era un extraterrestre. ¿Qué entonces? Tal vez Satanás. Excepto, que no olía como fuego y azufre. Su olor era más rico. Bien, probablemente no era Satanás. Fui a la puerta de la cocina y lancé otra mirada hacia afuera.
Las niñas estaban en el suelo, hipnotizadas por la televisión. Mi padre estaba en su sillón, durmiendo. No había rastros de Diesel.
– Oye, -grité a Angie-. ¿Dónde está Diesel?
Angie se encogió de hombros. Mary Alice se volvió a mirarme y también se encogió de hombros.
– Papá, -grité-. ¿Adónde fue Diesel?
Mi papá abrió un ojo.
– Fuera. Dijo que estaría de regreso por la hora de la cena.
¿Fuera? ¿Cómo fuera para pasear? ¿O fuera cómo “fuera del cuerpo”? Levanté la vista hacia el techo, esperando que Diesel no sobrevolara por encima de nosotros como el Fantasma de la Navidad Pasada.
– ¿Dijo adónde iba?
– ¡No! Sólo dijo que regresaría. -Los ojos de mi padre se cerraron. Fin de la conversación.
Repentinamente tuve un pensamiento espeluznante. Corrí al vestíbulo delantero con la espátula todavía en mi mano. Me asomé por la puerta principal y mi corazón momentáneamente se detuvo. El CRV se había ido. Me había robado el coche.
– Maldición, maldición, ¡maldita sea! -Salí a la acera y miré de arriba abajo la calle-. ¡Diesel! -Grité-. ¡Dieeezel! -No hubo respuesta. El Gran Hombre de Misteriosos Talentos puede abrir puertas, pero no puede oírme llamándole.
– Me acabo de acordar del periódico de hoy, -dijo la Abuela cuando volví a la cocina-. Estaba mirando los anuncios clasificados esta mañana, pensando que podría interesarme un trabajo si aparecía el correcto… como cantante de bar. De todos modos, no vi ningún anuncio para cantantes de bar, pero había uno para fabricantes de juguetes. Estaba redactado bien lindo, además. Decía que buscaban elfos.
El periódico estaba en el suelo al lado del sillón de mi padre. Lo encontré y leí todos los anuncios clasificados. Seguro, había un anuncio para fabricantes de juguetes. Preferían elfos. Daban un número de teléfono. Decía que los postulantes tenían que preguntar por Lester.
Marqué el número y conseguí a Lester a la segunda llamada.
– El caso es, Lester, -dije-. Qué obtuve este número del periódico. ¿En verdad está contratando fabricantes de juguetes?
– Sí, pero sólo estamos empleando a fabricantes de juguetes del calibre más alto.
– ¿Elfos?
– Todos saben que son los mejores en la línea de los fabricantes de juguetes.
– ¿Está empleando a alguna persona aparte de elfos?
– ¿Es usted o no un elfo buscando trabajo?
– Busco a un fabricante de juguetes. Sandy Claws. -Clic. Desconectaron. Volví a marcar y alguien que no era Lester contestó. Pedí a Lester y me dijeron que no estaba disponible. Pedí el lugar de la entrevista de trabajo y esto causó otra desconexión.
– No sabía que teníamos elfos en Trenton, -dijo la Abuela-. ¿No es raro? Elfos directamente bajo nuestra nariz.
– Pienso que estaba bromeando sobre los elfos, -dije.
– Qué lastima,-dijo la Abuela-. Los elfos serían divertidos.
– Siempre estás trabajando, -me dijo mi madre-. Ni siquiera puedes hornear galletas de Navidad sin hacer llamadas telefónicas sobre criminales. La hija de Loretta Krakowski no hace eso. La hija de Loretta viene a casa de la fábrica de botónes y nunca piensa en su trabajo. La hija de Loretta hace a mano todas sus tarjetas de Navidad. -Mi madre dejó de mezclar la masa y me miró, con los ojos abiertos de par en par y llenos de miedo-. ¿Enviaste tus tarjetas de Navidad?